Queridos Hermanos:
El Natalicio de Jhasua, nuestro Maestro y Salvador, es sin duda alguna el mayor acontecimiento en la historia de la humanidad. Cuando María acepta la voluntad Divina ante el Arcángel de las Anunciaciones, todo tiene un cambio único y para siempre, porque "la Luz se hizo carne", como dice el Apóstol Juan, el Águila de los cielos. Desde ese instante, comienza la etapa definitiva de la redención de las almas en este mundo, que se va operando en los tiempos y modos que la suprema Ley evolutiva marca para la consecución de estos hechos.
Por esa causa, (Myriam) María, se constituye en el Cáliz Sagrado que recibe en su seno inmaculado la Divina Irradiación, esa Sustancia inefable que es la esencia de la Vida: la Luz Increada:
"Yo Soy la Luz del mundo, y el que me sigue no camina en las tinieblas porque tiene Luz y Vida", repitió muchas veces el Maestro ya hombre viril cuando estaba en plena misión redentora.
Recordemos cuando Jhasua, niño aún de diez años, es llevado a la casa del Doctor de la Ley Nicolás de Damasco, y en esa reunión de los más preclaros maestros de Divina Sabiduría, el Niño Santo ofrece una lección memorable a los presentes que, al escuchar tales Palabras de Vida Eterna, quedan anonadados, de acuerdo al relato de ese hecho en "Arpas Eternas".
En una de las frases de su disertación, el Niño Maestro dice transmitiendo el mensaje del Perfecto Invisible: "Yo Soy Luz, y mi Mesías es un rayo de esta Luz".
Es por demás evidente, que el Cristo es el Portador de esa Luz que contiene en Sí misma, la virtud, la esencia de la vida, la Causa Suprema de todo lo existente.
Por eso, vuelvo a la afirmación de que la concepción y nacimiento del Mesías, es el mayor de los acontecimientos humanos.
En sencillo pero amoroso homenaje a la santa madre de Jesús el Cristo, les ofrezco este poema:
DIVINO CÁLIZ
De Dios hija dilecta
¡Oh! dulce madre nuestra
Su Luz Increada
en ti hizo presencia
y eres Divino Cáliz
de eternal existencia.
Arcano insondable,
augusto misterio,
el mayor enigma,
la Luz se hizo Verbo
en carne sin estigma...
Eres tú, María,
de gracia perenne
la sagrada fuente
de la salvación,
¡Oh! Rosa Mística
brotada en Jericó,
¡Por Ti entró a este mundo
la santa redención!
Tu alba toca
coronada de rosas,
de azul azucena
tu celeste manto
que infinito abarca
todo el firmamento...
¡Sol esplendoroso
rutila en el centro
de tu corazón puro,
inmaculado, eterno!...
Cada átomo santo
de tu glorioso cuerpo,
es una madre buena
que alienta en su seno,
a un hijo que de lo
eterno viene, y que va
hacia lo eterno...
Cristo nos aguarda
con sus brazos abiertos,
¡María!, Tú hacia ÉL
nos llevas de tu santa mano
como a niños buenos...
¡Un abrazo fraternal y deseos de Paz, Armonía y Amor
para todos vosotros queridos hermanos!
carlosalejandro.- |