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Mi nombre es Juana de Colombia, y como vosotros soy una lectora de la obra y amante ferviente del Divino Maestro; en días anteriores pude enterarme de la disertación realizada sobre un tema importante que captó mi atención; el cual se refería fundamentalmente a las dificultades que puede experimentar un sensitivo para captar la Luz Divina de manera diáfana.
Considero (si me permiten) que respecto a este asunto, solo se contempló la primera parte, es decir, la parte del sensitivo en relación con Dios pero se omitió la relación de Dios con el sensitivo. Es así, pues, que quien hace la obra no es el sensitivo, sino es Dios que en su infinito poder y amor para con sus criaturas, decide tomar a una de estas (diminuta y mísera) como instrumento para plasmar en páginas su Divino Pensar; de tal manera que, el sumo suave que debemos extraer del fondo de esta obra tejida por la Maga Divina de los cielos, es el llamado que ésta hace a nuestro interior, impulsándonos a despertar a una vida justa, llena de amor y de paz, más allá de los detalles, puesto que si reflexionamos en la grandeza del altísimo, veremos con claridad que no existe criatura en el vasto universo que pueda obstaculizar o tergiversar lo que por Ley El ha decretado para el despertar de una humanidad.
Amigos míos, los invito pues a que como florecitas silvestres nos abramos sin recelo al rocío refrescante que la Divinidad plasmó en papeles blancos y grafito, y luego en imprenta, haciéndolo llegar a nuestra vida como un beso tibio de su infinita majestad.
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