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- Próximos a diciembre, cuando aún no es amanecido, unas pequeñas gotas de lluvia distorsionan sobre el cristal, las figuras cabizbajas de quienes apresurados se entregan a sus quehaceres cotidianos, sumergidos en la dinámica de sus costumbres, en la rutina de las superaciones personales a través de los esfuerzos individuales.
- Yo..., observador protegido tras la ventana, me ausento de estas realidades que me rodean, para volar hacia donde mis recuerdos me ofrecen serenas y cálidas sensaciones, sonrisas sinceras y las complicidades de momentos entrañablemente compartidos.
- Mis ojos miran sin ver el exterior lluvioso y frío, al tiempo que vuelo llevado por mis recuerdos hacia un veraniego y radiante sol de montaña, a la calidez de unos abrazos, hacia las lágrimas acompañadas de sonrisas, compartidas abiertamente y sin pudor, entre hermanos que palpitan en mi corazón y se emocionan con mi emoción...
- ¿Cuanta hermosura cabe en una lágrima..? Cuando brota sin dolor, poniendo alas de esperanza al corazón que aguarda el momento propicio, para poder expresarse en libertad sabiéndose comprendido; porque en ese estado, acepta y es aceptado y pasas a ser comprendido y no juzgado.
- Éstas y otras muchas, son vívidas sensaciones que pasados los meses, siguen expandiendo sus raíces en mi interior aumentando la esperanza de buena cosecha, de lo que mis hermanos van sembrando en mí ?año tras año? durante esos encuentros, que cada agosto se vienen realizando en Madrid y que el presente año, dejó resonancias en mi corazón sobre la necesaria flexibilidad ante cualquier situación para ganar adaptabilidad, así como de la imprescindible introspección para poder llegar a ella.
- La lluvia se tradujo en tormenta y un fuerte estruendo me ha sacado de la ensoñación de mis recuerdos, devolviéndome a la realidad del ?aquí/ahora? en el que, las oscuras formas deambulantes de la calle, se van tornando más concretas y coloridas con los tonos azules, rojos, verdes y amarillos de sus impermeables y paraguas, que abrillantados por el agua de la lluvia, reflejan la luz de las farolas aún encendidas; pareciera que el recién llegado amanecer que trae la luz del día que inicia, despertara una nueva visión de las cosas, o ¡tal vez fueron..., mis recuerdos! de los gozos que proporcionan la convivencia entre hermanos, los que en un instante han conseguido poner en mis ojos otro modo de luz, que me permite ver de otro modo, anulando cualquier tristeza, crítica o desgana.
- Fuere como fuere, agradezco al cielo cada momento y circunstancia en que me es permitido compartir con todos vosotros estas vivencias y aprendizajes, que me dan las fuerzas necesarias para incorporarme a la calle, en unión a esa masa de seres que deambulan bajo la lluvia, llevando conmigo la aceptación necesaria, como para andar por los caminos de mi día a día, tratando de obtener de cada circunstancia, lo más hermoso que mi pequeña capacidad pueda alcanzar.
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