¿Todavía no tienes una cuenta? Puedes crearte una. Como usuario registrado tendrás ventajas como seleccionar la apariencia de la página, configurar los comentarios y enviar los comentarios con tu nombre.
Cuando abrimos el primer tomo de “Arpas Eternas”, en el comienzo de esta Obra maestra de la espiritualidad, hallamos un Preludio que, como si fuera la obertura colosal de una partitura musical de belleza inigualable, abre el portal luminoso que nos permite entrar dentro de los atrios del Templo de la Luz, el Amor y la Sabiduría, que tal es “Arpas Eternas”: un Templo esplendoroso con sus atrios, sus portales, sus columnas, sus naves y ojivas, hasta rematar en la bóveda celestial, coronada de las más altas torres que se extienden, en alturas inconmensurables, hasta los confines siderales, moradas de las Inteligencias de los mundos glorificados en la Luz Infinita e Inextinguible, signo del Eterno Invisible...
Y comienza el poema que las Inteligencias residentes en los cielos Infinitos, vertieron por intermedio del Instrumento Elegido en la personalidad de Mamina:“¡Era la hora justa, precisa, inexorable!”...
Absorbida por completo nuestra atención por el sublime relato, avanzamos párrafo a párrafo, página a página, siguiendo con renovada emoción el curso de la narración. Sumergidos ya en la sutil atmósfera de la misma, que nos transporta por unos momentos a dimensiones que forman mundos de luz y de pureza que nos apartan de la tosca y pesada vibración del mundo material terrestre, llegamos al capítulo titulado “Los Secretos del Padre”, donde muy conmovidos por la excelsa grandeza del Espíritu Luz, leemos que Él les dice a sus Doce:
“Oraba yo con fervor y lágrimas rogando al Padre me permitiera vislumbrar los caminos seguidos por todos los que amo en el interminable correr de los siglos y de las edades futuras. Era necesario para mi paz y sosiego, para terminar con serena alegría esta etapa final de mi existencia terrestre.
“Que pueda yo llevar conmigo, la certeza plena que todos aquellos que me fueron dados en esta hora suprema por el amor y la afinidad, continuarán fieles a mi mensaje hasta la hora lejana de tomar posesión del Reino Eterno que les habré preparado.”
“En los ojos de todos vio el Maestro este interrogante: ¿Cuál fue la respuesta?”
“Oídme, continuó, dando al tono de su voz una conmovedora solemnidad”.
“Me fue dado ver vuestros Egos o Yo Superior como os dije en una enseñanza anterior, que es la verdadera emanación de Dios y semejanza suya, residentes todos ellos en la morada de luz que le es propia, y como su cuna eterna hasta la postrera glorificación.”
“El grado de progreso a que vuestro Yo Superior ha llegado en el correr de las edades pasadas, llenó de íntima dicha mi espíritu, y aunque hay diferencia de grados de adelanto entre unos y otros, he podido llegar a la convicción de que al finalizar este ciclo de evolución, tendré reunidos en torno mío a todos los que he amado en esta hora solemne de mi vida eterna.
“Me vi yo en un cielo hermosísimo, cuyos esplendores de luz, coloridos y armonías, ningún lenguaje humano puede describirlo. Poblado de seres gloriosos en la más elevada perfección, sostenían entre ellos sublimes conversaciones sobre la evolución de los sistemas de mundos que les están confiados. Si os podéis figurar lo que será un lenguaje de pensamientos luminosos de cambiantes colores y tonos, según la idea que representan, y todo ello flotando en un oleaje interminable de armonías dulcísimas, podréis tener una idea aproximada de la belleza y la dicha de aquella celestial morada.”
“Con el pensamiento, que es allí su forma de expresión, uno de aquellos elevados seres me dijo: “Ahora llegan los tuyos a formar tu corona eterna”.
“Yo comprendí al punto aquel lenguaje de pensamientos, y antes de que pudiera responder, vi que un enorme cortinado de velos de oro se abría, y todos los que he amado en esta vida, estaban ante mi resplandecientes de felicidad”.
“Era una enorme multitud, pues cada Ego o Yo Superior vuestro, venía seguido de un largo cortejo que identifiqué de inmediato.
“Eran todas las personalidades creadas y vivificadas por vuestro Ego desde esta hora hasta el final de los tiempos. Ni una sola personalidad habíais perdido, pues en todas vuestras existencias tuvisteis en cuenta mi enseñanza de amor fraterno de la hora actual.
¿Sabéis la dicha inefable que esta visión me ha producido? ¿Valoráis ahora el poder supremo de la oración cuando ella sube del alma a la Divinidad, y la Divinidad se desborda de amor y de luz sobre el alma encarnada que reclama con ansia infinita esta sublime comunión?.”
“¿Queréis una dicha mayor? ¡Os he visto entrar en mi Reino con todo el caudal de merecimientos, progreso, facultades y poderes que habéis conquistado durante los siglos que deben venir hasta el final de este ciclo!”
Maestro, dijo Tomás, que era el más analítico y observador. Habéis dicho que en vuestra visión percibisteis que ni una sola personalidad habíamos perdido. ¿Cómo debe entenderse esto?
“Es bien sencillo Tomás. Ya os dije otra vez que el Ego o Yo Superior que es la verdadera alma emanación de Dios, crea sus personalidades para realizar las existencias sucesivas mediante las cuáles se engrandece y perfecciona. Y alguna vez puede ocurrir, aunque muy raramente, que sea tan grande la desviación moral de una personalidad, que el Ego la aparte de sí, como el buen jardinero corta de un árbol las ramas estériles y dañinas, cuyo crecimiento perjudica al árbol mismo. No otra cosa quise decir cuando hablé un día de la higuera estéril que era cortada y arrojada al fuego para convertirla en ceniza.”
“El Yo Superior o alma, emanación divina, sufre angustias de muerte cuando su yo inferior le es rebelde y se enreda en los planos físicos con toda suerte de crímenes en contra de sus semejantes.”
“¿No habéis sentido una inmensa tristeza luego de haber cometido una injusticia con alguno de vuestros hermanos?”
“Esa tristeza que llamáis remordimiento es como el clamor intenso de vuestro Yo Superior, que os hace sentir su desencanto por la falta cometida. ¿Habéis comprendido ahora?”
“Sí Maestro, y muy claramente, contestaron todos a la vez.”
(En el capítulo de “Arpas Eternas” titulado “A Jerusalén”, prosigue esta lección del Divino Maestro):
“Cuando terminada toda la serie de encarnaciones sucesivas de un Ego o Yo Pensante, le vierais recoger todas las personalidades que mandó a la vida física y refundirlas en sí mismo porque terminó su carrera y obtuvo la perfección, entonces sería llegado el momento de poder decir con justicia y verdad: Este es grande.
Mientras no ha llegado ese día, es absurdo pretender entrar en el secreto de las almas reservado sólo a Dios.”
NOTA:
De acuerdo a la magistral lección del Maestro Divino, vemos que ninguna de esas personalidades o vidas sucesivas en la carne, se desviaron del sendero marcado por la Ley Divina, aun teniendo quizás momentos de profundas caídas, debido a que la materia, en su densidad, oscurece las luces del alma, arrastrándola en el lodo, por causa de sus propias debilidades y lapsos de inconsciencia, hasta que nuevamente escucha y obedece la Voz del Maestro que mora en su íntimo ser, que le ordena perentoriamente: ¡Levántate y anda!.
Toda esta enseñanza del Instructor Divino que nos ofrece “Arpas Eternas” es de una amplitud y profundidad que sin temor a errar, estimamos como única en los anales de las Ciencias Sagradas. Llegados los tiempos en que fenece un Gran Ciclo evolutivo y, como consecuencia, se inicia otro Gran Ciclo, las verdades que estuvieron ocultas por milenios, quedan ahora expuestas públicamente, para que no quede ni una sola alma sin la posibilidad de saciar su sed de Conocimiento, con las Aguas de Vida Eterna a las que tantas veces aludió el Maestro en su última estadía con cuerpo humano en esta Tierra.
En ella, asimismo, apreciamos que el Espíritu-Luz, debido a su perfección, puede sondear con mente lúcida y plenamente consciente, los enigmas del Tiempo, y, de esta manera, ver escenas inscriptas en lo porvenir, en este particular caso del relato, con unos dos mil años de adelanto y referirlas a sus discípulos como si fueran ya parte de ese presente, lo que nos habla con voz inaudita, de cómo una Gran Inteligencia llegada a las cumbres de su desarrollo, tiene la capacidad de unificar los distintos momentos del Arcano del Tiempo en un mismo y solo instante.
Además, este pasaje de la Obra, nos explica el origen de los seres, que empieza cuando la Divinidad, el Absoluto, el Eterno, crea de Sí mismo en una emanación de Infinito Amor, la “chispa de Vida” que luego de un proceso de desarrollo en un destiempo imposible de asimilar a nuestros conceptos mentales terrenales, será burbuja y después un óvalo; llegados a esa forma puramente inmaterial de óvalo, se constituye en un Ego, un Yo Pensante o Yo Superior que será a su vez creador de personalidades que en sucesivas existencias, operen y se desarrollen en universos de materia densa. Tales personalidades estarán unidas a su Ego o Yo Superior, como lo está un bebé a su madre por el cordón umbilical que, en el caso de las personalidades con su Ego, lo está por un cordón fluídico de energía. (Los Egos residen en la morada de luz que le es propia, según vimos en la página inicial).
Hay entonces una Gran Causa Creadora: la Suprema Energía Eterna; una Imagen (el Ego o Yo Superior), y una Semejanza (el Hombre). De ahí que las Escrituras dicen explícitamente que “Dios creó al hombre a su Imagen y Semejanza”.
También por esta razón, Jesús de Nazareth repetía aquello de “Mi Padre y yo somos una misma esencia”, siendo ínfima la porción de gentes de esa época que lograran entenderlo. Solamente los humildes de alma y de corazón lo comprendían……
Vemos así develado y explicado el sentido hasta ahora oculto que las Escrituras expresaban: “Dios creó al hombre a su Imagen y Semejanza”
Leemos dentro del capítulo de “Arpas Eternas” titulado “En las grutas del Carmelo”, cuando el niño Jhasua es llevado por su madre, la incomparable Myriam, a los Esenios del Santuario del Monte Carmelo para que lo ayuden a estabilizarse en la personalidad de ese momento. En medio de los Ancianos el niño queda dormido, y su espíritu, desprendido de la urna material, se plasma en el etérico y les habla:
“¡Paz con vosotros!”, se oyó la voz del niño dormido que parecía haber adquirido vibraciones de clarín.
“Desde este momento – dijo – anulo todas mis anteriores personalidades, para sólo vivir en toda su amplitud, energía y vigor la presente, en la cuál por Ley Eterna deben quedar para siempre todas refundidas, pues terminada ésta, quedaré eternamente unido a mi Ego, desapareciendo en absoluto toda dualidad.
Entonces mi Ego y yo, no somos más que una sola poderosa entidad, que pasará a formar parte de la Unidad Divina en su infinita grandeza y soberana plenitud.”
“Y aun cuando a veces en el futuro, pudiera yo hacer uso de cualquiera de mis personalidades humanas en momentos determinados y con fines demostrativos de la inmutable Verdad, dichas manifestaciones serán sólo por reflejo, pues terminada la vida de Jhasua sólo soy el Cristo Luz, Idea, Verbo Eterno por incontables siglos, o sea hasta que las últimas legiones de almas de esta Tierra, hayan entrado a las moradas de la Luz y del Conocimiento.”
Resulta importante recordar ahora, lo expresado por el Maestro en la primer lección de “Llave de Oro”, cuando dice: “Llegados a esta postrera alianza, no soy más Juno, Numú, Anfión, Antulio, Abel, Krishna, Moisés, Buda, Jesús, sino sólo el Cristo que os unge para el glorioso apostolado de la Verdad y del Amor Fraterno.”
Así, en la apoteosis de su magna carrera espiritual, Él refunde todas sus personalidades en la Luz Increada, o sea, el Cristo.
La magnificencia de estas lecciones del Maestro, son de tal profundidad que dan para escribir no sólo uno, mas muchísimos tratados de Ciencias Superiores. Nos explica la manera en que un Ego, al finalizar la etapa del desarrollo de personalidades humanas, las refunde en sí mismo para siempre, haciendo que desaparezca toda dualidad. Y también nos señala la forma en que, si se presentara alguna ocasión en la que necesitara hacer uso de cualquiera de esas personalidades ya refundidas en el Yo Superior, el fenómeno se dará solamente por reflejo.
*****************************
¡Hermanos!... ¡cuánto, cuánto tenemos que aprender!...pero, no obstante, ¡qué hermoso es encontrarnos en los senderos de ese constante aprendizaje para nuestro desarrollo evolutivo!.... Por esto, la verdad irrefutable que todos somos Aspirantes Aprendices de la Ciencia cimera, que es, la Ciencia de Dios y de las almas.
¡Y cuan grande es el don del Altísimo que nos ha sido dado en las enseñanzas de las Obras de Fraternidad Cristiana Universal, surgidas hace unos años de un ser de sublime belleza y gloriosa inspiración, y que fueran escritas en un humilde y desconocido lugar, en una isla de un Delta de las Américas, señalado por las estrellas que forman en el cielo, justamente, la denominada Cruz del Sur.
“Mis caminos no son vuestros caminos, y mis pensamientos no son vuestros pensamientos”, dijo el Señor por su Profeta Isaías.-
Amados hermanos: muchas gracias por vuestra bondad en leer estas líneas dedicadas a vosotros con mi mayor amor fraternal.
¡Que la Paz del Divino Maestro sea siempre con vosotros!
carlosalejandro.-
Publicado: Fri May 18, 2007 9:09 pm
Angeni
Miembro
Registrado: Jun 15, 2005
Mensajes: 64
Ubicación: Buenos Aires Argentina
Gracias a tí Carlos por compartir con nosotros, estas sublimes enseñanzas y ayudarnos a aclarar nuestras dudas a través de tus hermosas narraciones.
Bendigamos a la Eterna Potencia que nos ha permitido conocer y sentir, la vida de nuestro Maestro a través de esta Obra de Amor.
Un fuerte abrazo fraternal.
Marbella.
_________________ El Maestro es quien te lleva en sus brazos...
Puede publicar nuevos temas en este foro No puede responder a temas en este foro No puede editar sus mensajes en este foro No puede borrar sus mensajes en este foro No puede votar en encuestas en este foro