Entre las más bellas estrellas del inmenso cielo, viniste adorada MAMINA, para alumbrar con tu propia Luz los caminos errantes de muchos como yo. Y Dios eterno quiso que te encontrara para empaparme de tu néctar de sabiduría y poder alimentar mi alma tan lánguida, tan perdida en los vaivenes de la vida, en los dolores ya insoportables de mi ser.
Me enseñaste que lo que importa es amar aún lo que no merece ser amado, como dijo el Maestro, pero tú, la que vistes como los cielos se abrieron, y te mostraron la Verdad, lo volcaste en tus cuadernos y lo entregaste a la humanidad para que también sepa la Verdad.
Dichosa soy porque salvaste mi alma de la desesperación, y sé ahora lo que es vivir realmente ansias infinitas de no saber comprender, pero que el corazón me hacia sentir. Y ahora que te encuentro en mi camino te bendigo desde lo profundo de mi ser. Divino espíritu que sabe en que cielo estarás ya viviendo tu gloria merecida de dichas eternas, que pobres almas como la mía no pueden aún conocer. Será que en tu aurora celestial estarás preparando un nuevo deber, un nuevo sacrificio; porque Seres como tú sólo saben dar sin esperar en recibir. Y si así quiera la Ley y lo merezca, ser tu ayuda nada más, ser tu sombra que te cuide, ser calor en tu soledad, ser tu amiga en que puedas tu cabeza reposar, recibir y consolarte tus lágrimas de desengaños y tus lagrimas de felicidad.
Mi corazón rebosa de gratitud; porque viniste de tu cielo a irradiar con mágica Luz, el Amor, la Paz, tu Renunciación, y el Saber para estar donde tú estas, continuando mi marcha a la Vida Infinita en que jamás me detendré. Gracias Amada MAMINA.

Zelma Nancy.